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Estimulación y crecimiento del bebé de 8 a 9 meses
Dr. Vinicio Martínez Matos
Relación con: Artículos de Estimulación
Resumen: El bebé empieza a entender ideas completas y está asociando su vista y su oído. Toma objetos usando el índice y el pulgar a modo de pinza para examinarlos y manipularlos. Repite frecuentemente las sílabas que él ya ha aprendido.



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Fig. 1: Desde el punto de vista motor, el fortalecimiento y control de los músculos del cuello le permitieron erguir la cabeza; los del tronco, sentarse; y ahora, los de las extremidades inferiores, alcanzar su independencia comienza a explorar y curiosear.

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Fig. 2: El bebé de 8 meses puede agarrar un juguete por varios minutos, recoje cosas pequeñas como pedazos de hilo.


Especial agradecimiento al Dr. Vinicio Martínez Matos, por permitir la reproducción de este material

Características generales del niño de 8 a 9 meses  | Estimulación del niño de 8 a 9 meses

Características generales del niño de 8 a 9 meses

  • Aumenta su talla alrededor de 1 cm.

  • Aumenta su peso de 20 a 30 grs. por día.

  • Come 4 veces al día con intervalos de 4 a 5 horas.

  • Duerme dos siestas al día.

  • Se mantiene sentado por todo el tiempo que desee y puedes cambiar de posición a la de pie o a la de gateo.

  • Puede mantenerse de pie agarrado y caminar sujetándose a la baranda de la cuna o a los muebles.

  • Gatea y se desplaza así cada vez que quiere ir hacia algo que le interese.

  • Imita gestos y sonidos como la tos, tirar besitos, hacer viejitas, etc.

  • Es capaz de decir "mamá" y "papá" pero todavía no comprende su significado.

  • Puede jugar por sí solo hasta más o menos media hora cada vez, aumentando así su concentración.

Estimulación del niño de 8 a 9 meses

Durante todos estos meses, el niño ha hecho grandes avances en todas las áreas del desarrollo. Desde el punto de vista motor, el fortalecimiento y control de los músculos del cuello le permitieron erguir la cabeza; los del tronco, sentarse; y ahora, los de las extremidades inferiores, alcanzar su independencia, la cual lo va a iniciar a explorar y curiosear ese mundo, tan extraño para él, que le rodea. En especial el uso de su mano, lo que más importancia tiene en el desarrollo de su inteligencia, agarrando y explorando todo lo que esté a su alcance.

Los objetos del mundo exterior son motivo de gran interés para el niño, por lo que intentará tomarlos, ya no en forma de barrido, con toda la mano, como al principio, sino usando el índice y el pulgar a modo de pinza para examinarlos y manipularlos. La expresión de su inteligencia es la que lo impulsa a ello y, por tanto, no se debe considerar con simpleza, como un acto de travesura. En esa exploración va a encontrar miles de experiencias que van a enriquecer su conocimiento sobre las personas y las cosas con las que está en contacto y con las que va incrementar su iniciativa y su capacidad de resolver situaciones, a cada instante nuevas para él.

Repite frecuentemente las sílabas que él ya ha aprendido y llámalo siempre por su nombre. Sigue nombrándole los objetos que están cerca de él cuando come o cuando lo bañas. Explícale las cosas que van ocurriendo. Así aumenta su compresión del lenguaje, que siempre va a ser mucho mayor a lo que él es capaz de hablar.

Sácalo a pasear afuera, a un parque. Déjalo que toque la grama, algunas piedras, hojas, el pelo de un perro manso, los pétalos de una flor, etc. Así aprenderá a sentir texturas de cosas, diferentes a las que hay dentro de la casa.

Sigue jugando al escondite tapando objetos, juguetes o tu cara con un pañal y elógialo cuando los descubra.

Siéntate con él de frente a un espejo para que pueda comparar las imágenes con las caras reales. Ríe, pon la cara seria, tírale besitos, llámalo y señálale su imagen reflejada para que comprenda que es él mismo.

Dale un taco de madera en una mano y otro en la otra. Observa si él deja caer uno de los tacos cuando le ofreces un tercero. Si se disgusta o llora, probablemente es que no sabe qué hacer. Enséñalo a soltar un taco de una de las manos y a tomar el otro que le das.

Dale una taza de plástico o metal. Colócasela boca abajo. Observa si la endereza, si no lo hace, enséñalo a colocarla boca arriba. Muéstrale otros objetos al derecho y al revés, para que él compruebe que son los mismos.

Anímalo a caminar agarrado de una mesa baja, colocándole un juguete en el extremo opuesto a donde él se encuentra. Así irá aprendiendo a coordinar los movimientos de la marcha.

Enséñale a devolver una pelota dejándosela rodar hasta él. Así percibirá la diferencia entre objetos fijos y objetos móviles y, además, se divertirá mucho.

Dale órdenes sencillas como "toma" y "dame", "siéntate" o "párate". Ayúdalo a comprender el significado dándole o pidiéndole algún objeto, sentándolo o parándolo, etc. Así aprenderá a relacionar las palabras con objetos y situaciones.

Cuando gatee juega a perseguirlo, animándolo a desplazarse más rápido porque eso lo divierte.

Álzalo hacia arriba, por encima de tu cabeza y bájalo sin brusquedad, pero nunca lo lances al aire porque no es recomendable. Detente y repite el juego. Luego espera para ver si te pide que continúes.

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