Orgullo
y Diferencias
Capitulo
1: …Sin rumbo fijo…
Esta historia no
comienza con un ¨ Érase una vez… tampoco con un “Hace
mucho tiempo…”, quisiera decir que es un cuento de hadas pero no
lo es, es simplemente una historia hecha sin un porque, que fue tomando su
trama a través del tiempo, poco a poco, descubriendo con cada mañana una
nueva ilusión y con cada noche una desesperanza, viendo que el mundo se
sostiene de hipocresía, orgullo, mentiras y sobre todo de clases
sociales…
Todo comenzó en el año de 1479 donde los carruajes abundaban por las
calles y mujeres paseaban con sus hermosos vestidos por bellos jardines.
Cuando el honor para un hombre era mas importante que su propia vida.
Una mansión poco peculiar con un tono blanco y algunos toques en un
ligero café se localizaba justo enfrente de la gran plaza. El silencio
reinaba el lugar y la caída de la noche dibujaba una sombra en el blanco
piso del cuarto con el único balcón de la mansión.
Una linda vela alumbraba el lugar, mientras una pluma era remojada
constantemente en un tintero para después seguir escribiendo con
detallada caligrafía sobre una hoja lo que parecía ser un cuento, si así
era, un cuento sacado de la imaginación de una joven de grandes ojos
verdes adornados con largas pestañas mientras sobre su blanca piel caía
su cabello ligeramente rizado color castaño claro. Ella usaba un ajustado
atuendo color vino con tonalidades crema en el cuello y en las mangas. Su
mirada era fija en el papel mientras su mano se movía conforme sus
pensamientos le dictaban.
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Una sombra se paseaba por las calles que no eran más que alumbradas por
la bella luna de aquella noche. Su mirada estaba perdida, miraba a ningún
lugar.
Acababa de salir de su gran mansión al este de la gran plaza en donde había
tenido una discusión con su madre.
Syaoran, ese era su nombre, un joven cerca de cumplir 17 años, de cabello
corto y oscuro con ojos marrones casi iguales a su cabello. De buena
familia, su padre era un noble y su madre era bien reconocida en la corte.
Único hijo de la familia Li.
Las causas de la discusión de hace algunos minutos eran simplemente que
el debía tomarse las cosas mas responsablemente ya que nunca tenia tiempo
para novias y mucho menos para contraer matrimonio con alguna dama de la
corte. A Syaoran no le gustaba mucho la idea del matrimonio, decía que no
tenia tiempo para esas tonterías y prefería estar ocupado en otras
cosas, viajando por el mundo o haciendo negocios en el extranjero. Bien,
quizás ya había tenido experiencia con algunas jovencitas pero jamás
llegaba a algo serio, le gustaba sentirse libre de todo eso por lo que a
su madre no le agrado mucho su respuesta ya que pronto cumpliría la mayoría
de edad y debía casarse lo antes posible.
Fue una discusión inútil sin muchos argumentos, mas aun así Syaoran
pensaba con cada paso que daba en las palabras de su madre…
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Un nuevo día comenzaba y todos los sirvientes de la gran mansión corrían
de un lado a otro.
Un leve sonido se escucho tras una puerta y una joven sirvienta entró
sigilosamente a la habitación. Llegó al fondo y abrió las largas
cortinas rosadas para dejar entrar a los primeros rayos del sol.
-Señorita, ya ha amanecido y pronto estará el desayuno- comento la joven
sirvienta mientras levantaba algunas sabanas que cubrían a una joven que
al parecer se había desvelado hasta muy tarde la noche anterior ya que
justo ayer, pasada la media noche la sirvienta había pasado a revisar el
pasillo y vio que una pequeña luz seguía encendida en la habitación de
la joven.
-Señorita es hora de despertar- continuo repitiendo la sirvienta.
-Si lo se, ya voy- contesto la joven aun acostada en su cama.
- Bien, entonces escojamos su vestido-dijo la sirvienta con alegría
dirigiéndose al armario de la joven sacando un hermoso vestido celeste.
Minutos después la joven ya estaba vestida y solo retocaba su cabello con
un cepillo… salio de su habitación y camino lentamente por el pasillo
hasta llegar a una puerta que le doblaba la estatura y era de color rojo
la cual dirigía al comedor.
Entro por la puerta con suma delicadeza y al ver a los presentes hizo una
leve reverencia a modo de saludo y comenzó a caminar…
-Como siempre la ultima no, Sakura?- replico una joven mayor a Sakura.
- Al parecer eso te incomoda mucho no Roseline?-contesto Sakura.
- Vamos hijas compórtense como damas-agrego la señora presente en aquel
lugar. Era la duquesa Nadeshiko Kinomoto esposa del duque Fujitaka
Kinomoto.
Los Kinomoto habían sido a lo largo de los años una familia compuesta de
nobles, grandes amigos de la ahora reina Isabel de Castilla y muy
distinguidos en la corte; tenían cuatro hijas. La mayor de nombre
Marylise una de las mas bellas del reino, su mirada color miel y su
cabello café oscuro la había echo acreedora a muchos prometidos a los
cuales se atrevió a rechazar. La siguiente en edad era Roseline de 20 años,
una linda chica de cabello negro y ojos del mismo color, desde hace ya
varios meses estaba comprometida con un conde de nombre Olivier Marani.
Tres años menor que Roseline estaba Sakura, de cabello castaño casi
rubio y ojos verdes, su piel era blanca y tenía unos delgados labios
rozados: Sakura siempre se había distinguido por ser de la alta sociedad
gracias a sus altos niveles de educación y etiqueta. Por ultimo se
encontraba Camille, a sus 16 años era considerada la mas bella de todo el
reino, con su largo cabello rojizo y sus bellos ojos miel atraía miradas
de cualquier lugar, un poco necia y caprichosa pero eso no importaba ante
los ojos de los demás, para todos siempre seria la bella Camille.
A pesar de la poca diferencia de edad entre las dos muchachas, Camille y
Sakura nunca se habían llevado bien y prácticamente no soportaban estar
juntas sin tener una discusión de por medio. Roseline era una fiel aliada
de Camille al contrario de Marylise quien apoyaba considerablemente a su
hermana Sakura quien pasaba el tiempo paseando alegremente por la ciudad o
en dado caso en reuniones con algunas damas del reino.
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-¿Oyeron lo que sucedido ayer en la noche?- comento una joven tomando un
sorbo de su taza de té.
-Si, yo si me entere-contesto otra joven de cabello marrón completamente
recogido.
- ¿Que fue lo que paso?- pregunto Sakura discretamente a la primer joven
que había hablado.
-Pues que ha de pasar, el único hijo de los Li volvió a desaparecer y al
parecer fue por causa de otra discusión con la duquesa Ieran.
-Era de suponerse, ninguno de los dos se llevan bien-continuo Janelle, la
joven de cabello marrón.
-Pero Janelle! No deberías de ser tan desconsiderada- agrego Sakura, para
después tomar un poco mas de te.
-Es cierto, pero ninguna de las tres podemos negar que el joven Li es muy
atento con las damas pero pienso que es solo porque es muy caballeroso,
además es muy guapo- agrego Amnett, la tercera de las jovencitas.
- Tienes razón, pero a decir verdad yo nunca lo he tratado- asintió
Sakura. Después miro a su alrededor, estaban sentadas justo a la orilla
de un bello jardín del gran palacio de Castilla. Había algunas mesas más
cerca de la de ellas con algunas muchachas platicando alegremente acompañadas
de bocadillos y un poco de te.
La mañana transcurría normal como cualquier otro día.
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Un joven alto y de cabello marrón estaba recargado en una de las altas
paredes del castillo de su gran amiga Elizabeth Troney, una muchacha cerca
de cumplir los 16 años que vivía con su familia al oeste de la ciudad.
Desde muy pequeños ella y Syaoran se había conocido y ahora eran grandes
amigos.
- ¿Sucede algo?- pregunto con toda confianza la señorita Troney.
- Es solo que…, no se que hacer- respondió dudosamente Syaoran.
- El escapar de tus responsabilidades no te traerá nada bueno, además
esa no es la solución.
-Lo se, es que estoy cansado de tantas tonterías de protocolo, ya fue
suficiente.
-No podemos escapar a nuestro destino, menos es este tiempo, acabamos de
salir de una guerra y ay mucho por hacer.
-Lo se, Isabel quiere que la ayude a controlar el pueblo y no se que
tantas cosas.
- Pues si eso quiere que hagas, hazlo, después de todo es la reina.
- OH vamos, no seas ridícula, sabes que la conocemos desde que tengo
memoria así que si no quiero no la ayudo y ya.
-Eres demasiado terco, necesitas que alguien te ayude a entrar en razón.
-No necesito de nadie.
-Lo ves!! Eres muy terco!-termino diciendo la ya desesperada Elizabeth.
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La noche caía tranquilamente sobre Castilla, mientras tanto Sakura
caminaba por las calles rumbo a su hogar. Había sido un día totalmente
tranquilo, con la misma rutina de siempre, ella salía a tomar el te con
sus amigas después paseaban un rato, hacían unas compras y después cada
quien regresaba a su hogar.
- Oh! Señorita Sakura, ¿No cree que es muy tarde para pasear?- pregunto
un soldado al ver pasar a Sakura.
- No se preocupe estaré bien, voy a mi casa, gracias- contesto Sakura y
continuo caminando.
Al llegar a su casa, se detuvo y después dirigió su mirada a una de las
ventanas, suspiro, y después decidió entrar.
Paso rápidamente por la gran sala sin ser percibida y subió por las
escaleras hasta llegar a su habitación, en realidad aunque quisiera no
había podido ignorar del todo la escena de abajo.
Al parecer Camille estaba recibiendo otra de sus particulares propuestas
de matrimonio por parte de algún joven de la corte y como era de
costumbre ella lo estaba rechazando.
Era algo común en la residencia Kinomoto, en realidad Camille recibía
alrededor de más de tres propuestas matrimoniales por día y ella los
rechazaba sin ninguna consideración. Lo que Sakura no lograba comprender
era porque la seguían buscando a pesar de que sabían que siempre los iba
rechazar, bien, no se iba aponer a pensar en eso, ya que prefería no
tener que inquietarse por cosas tan tontas.
Sakura solo trato de olvidarlo y se puso su camisón para dormir y después
se sentó en su escritorio alado de la cama, poso sus verdes ojos en la
hoja y remojo su pluma en el tintero mientras comenzaba: …” el orgullo
parecía ser uno mas de sus defectos pero no por eso…”
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