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INFIDELIDAD Por:
Gustavo M.F. “Una persona infiel es aquella que le es desleal a alguien con quien
mantiene una relación o tiene un compromiso y es sinónimo de engaño y traición.
La infidelidad es uno de los grandes males que enfrentan los
matrimonios modernos y más ahora con la posibilidad que el Internet brinda de
conocer y estar en contacto con personas alrededor del mundo. No se sabe si eres infiel por el hecho de pensar sexualmente en alguien
que no es tu pareja; para algunos no hay traición si el acto no se consuma
físicamente y para otros sólo basta con la intención.” Así inicia un artículo que leí acerca de la
INFIDELIDAD VIRTUAL, ya que trata específicamente el caso de los amoríos que
surgen por medio de la comunicación en Internet, ya sea mediante la
conversación en línea y en tiempo real conocida como CHAT, o por la no menos
socorrida comunicación a través del correo electrónico. La realidad es que hoy
en día hay muchos hombres y mujeres casados tienen novios y novias virtuales
con quienes mantienen estrecha comunicación a través de este medio y de quienes
con el tiempo llegan a enamorarse a tal grado que lo que empezó como un juego o
una aventura “inocente” se convierte en una relación real, llegan a conocerse
personalmente (aun estando en países diferentes) arruinando sus matrimonios
actuales e iniciando nuevos concubinatos que terminan en la mayoría de las
veces en nuevos fracasos. ¿Qué motiva a practicar la infidelidad?, en
buena medida es la falta de satisfacción con la pareja, y no necesariamente me
refiero al aspecto sexual, que aunque juega un papel importante, no lo es todo.
Leamos que dice la Biblia respecto de la pareja de casados en el capítulo 5 de
la epístola a los Efesios: 1Sed, pues, imitadores de Dios como
hijos amados. 2Y andad en
amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por
nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. 3Pero fornicación y toda inmundicia, o
avaricia, ni aun se nombre entre
vosotros, como conviene a santos; 4ni palabras deshonestas,
ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de
gracias. 5Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo
y de Dios. 6Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas
cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. 7No
seáis, pues, partícipes con ellos. 8Porque en otro tiempo erais
tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz 9(porque el
fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), 10comprobando
lo que es agradable al Señor. 11Y no participéis en las obras infructuosas de
las tinieblas, sino más bien reprendedlas; 12porque vergonzoso es
aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. 13Mas todas
las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas;
porque la luz es lo que manifiesta todo. 14Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de
los muertos, Y te alumbrará Cristo. 15Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no
como necios sino como sabios, 16aprovechando bien el tiempo, porque
los días son malos. 17Por tanto,
no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.
18No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed
llenos del Espíritu, 19hablando entre vosotros con salmos, con
himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros
corazones; 20dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre
de nuestro Señor Jesucristo. 21Someteos unos a otros en el temor de Dios. 22Las casadas
estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; 23porque
el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual
es su cuerpo, y él es su Salvador. 24Así que, como la iglesia está
sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. 25Maridos, amad a vuestras
mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo
por ella, 26para santificarla, habiéndola purificado en el
lavamiento del agua por la palabra, 27a fin de presentársela a sí
mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante,
sino que fuese santa y sin mancha. 28Así también los maridos deben amar a sus
mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.
29Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y
la cuida, como también Cristo a la iglesia, 30porque somos miembros
de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. 31Por esto dejará el hombre a su padre y a su
madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.
32Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la
iglesia. 33Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí
mismo; y la mujer respete a su marido. ¿Es necesario abundar más?, ¿No queda
perfectamente claro la instrucción de someterse en amor el uno al otro?, ¿No es
claro que debemos ejercitarnos en amor para con la pareja? La falta de satisfacción tiene que ver con la
desobediencia a la instrucción Bíblica de amar a la pareja, ambos consortes
descuidan tan preciado elemento en el matrimonio, dejan de cuidarse uno al otro
permitiendo que los problemas y las preocupaciones cotidianas ocupen el lugar
del amor. Los hombres se quejan de sus mujeres quienes
les exigen “demasiado” y les saturan de los problemas que durante el día
tuvieron con los hijos, con los vecinos, etc.. Les
acosan con la “urgente” necesidad de dinero para pagar las deudas y para
comprar esto y aquello, y además descuidan su aspecto personal so pretexto de
no poder arreglarse a si mismas porque tienen que mantener en orden la casa. Las mujeres se quejan de sus esposos, que han
dejado de ser cariñosos, ya no hay un detalle, una flor, las frases “te
quiero”, “te amo” son parte de la historia, dedican demasiado tiempo a su
trabajo y cuando están en casa su única pasión es la televisión, son
incomprensivos, jamás ayudan en las labores del hogar y solo se vuelven
cariñosos cuando quieren ser “una sola
carne”. El terreno sexual, se convierte en una mera
rutina donde más de las veces se trata de satisfacer la necesidad fisiológica
de él, muchas mujeres nunca han alcanzado el clímax, saben que existe pero
jamás lo han experimentado y sus esposos no les preocupa en lo más mínimo.
Ellos quieren que ella sea complaciente sin ocuparse en lo que para ellas es
importante a nivel emocional. Bajo este ambiente, es fácil ser infiel, los
amantes (hombres o mujeres) no exigen nada, solo ofrecen sexo, compañía y falsa
comprensión, no comparten los problemas del día, ni los sueños, ni los planes,
solo sexo. La felicidad en el matrimonio es absolutamente
posible, si atendemos a la recomendación de Dios, en el sentido de amarnos, el
amor basa su felicidad en la felicidad del cónyuge, el amor no busca lo suyo
sino lo del otro, amarse mutuamente involucra entre otras casas la comprensión
mutua, las muestras de afecto constantes, el hombre debe conocer y comprender
la naturaleza romántica de su mujer, y la mujer debe por su parte conocer y
comprender la naturaleza objetiva de su hombre, ambos deben ceder, deben
hablar, y cuidarse a si mismos. El amor es un ejercicio de voluntad donde ambos
deciden amarse. El hombre y la mujer, cuya relación con Dios es
firme y correcta, conoce su responsabilidad de amar a su cónyuge, y no tiene
necesidad de otra pareja. Cualquiera pues que mantenga relaciones reales
o virtuales con una tercera persona, debe reflexionar acerca de su comunión con
Dios, entregar esa falta a Dios arrepintiéndose de corazón y fortalecer su vida
espiritual, y ocuparse en fortalecer su relación de pareja, hablar sinceramente
con su cónyuge sobre lo que les agrada y les disgusta del otro y ambos poner de
su parte para corregir el rumbo en amor. El Matrimonio es una Institución
creada por Dios para nuestro regocijo, el sexo es un don hermoso de Dios que
debe disfrutarse plenamente en el matrimonio, y la permanencia en unidad, debe
ser para siempre. Lee nuevamente el capítulo 5 de Efesios, hazlo
con calma, medita verso a verso y evalúa tu vida delante de Dios. Cristo te ama
y quiere que seas feliz con la mujer o el varón que te ha dado en matrimonio.
Ser infiel es fallarle no solo a tu pareja sino a Dios, y “Dios no puede ser burlado” pues “horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo”. (Gálatas 6:7, y
Hebreos 10:31) Dios te bendiga üýþüýþüýþüýþüýþüýþüýþüýþüýþüýþüýþüýþ ¿Tienes
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