UN NUEVO PRINCIPIO
(Testimonio anónimo)
El capitulo 15:11-32 del Evangelio según San
Lucas, narra el caso conocido como “El hijo prodigo” que yo más bien llamaría, “El
amor y la misericordia del Padre”. En esa porción de las Escrituras se
narra el caso de un hijo que fastidiado de estar bajo el cuidado, amor y efecto
de su padre, decide pedirle su “libertad” y para lo cual exige le sea
entregado los bienes que según ese hijo le correspondían. En la historia vemos
que el padre amoroso atiende la petición de su hijo y este se va de casa, se
corrompe, vive de manera desenfrenada y libertina, hasta que se hastía y
reconoce que el mejor lugar en el que puede estar es en casa de su padre, así
arrepentido regresa a su hogar donde el padre amoroso se goza de verlo llegar y
le recibe con los brazos abiertos.
Esta es una historia que bien puede identificar
a varios cristianos como es mi caso y comparto este testimonio para animar a
quienes como yo, están en el camino del error.
Varios años después de conocer a Cristo, por
cuestiones de trabajo llegué a intimar con una compañera quien comenzó
por compartirme sus penas, y yo a “comprenderla” y aconsejarla hasta que sin darnos
cuenta el nivel de confianza era tal que ella misma me pidió que nuestra
relación hasta ese entonces “amistosa” pasara al plano sexual.
Mantuve relaciones de adulterio con esa
mujer durante corto tiempo, Dios en su misericordia nunca me abandono y Su
Santo Espíritu constreñía mi corazón de forma tal que me sentía muy mal, ella
lo comprendió y desistió la relación, poco tiempo después hubo cambios en mi
trabajo y dejamos de trabajar juntos y de vernos. Dios me restauró en aquel
tiempo.
Pasados algunos años más y después de darle a
Cristo la victoria sobre muchas tentaciones sexuales, una vez mas por motivos
de trabajo me relacioné con una mujer muy agradable en su trato. Desde mi
experiencia anterior nunca más me he involucrado en los problemas de nadie más,
especialmente de mujeres ni prestado oídos a sus penas sentimentales, esta
nueva mujer hacia bromas picarescas que yo aceptaba al grado que la confianza
creció de tal manera que bromeando llegamos a mantener relaciones sexuales
completas una sola vez, suficiente para sentirme mal. Posteriormente los
encuentros no llegaban a la relación sexual pero si había muy alto grado de
intimidad. Una vez más Dios me habló y ella comprendió terminando esa
relación, de forma casi inmediata nuevamente hubo cambios en mi trabajo que me
alejaron de ella. No obstante esas experiencias me sentí utilizado por
ella y me reté a mi mismo si seria capaz de conquistar y seducir a una mujer,
lo que logré casi de inmediato, en una relación en la que no había contacto
sexual pero si un alto grado de intimidad. Yo trataba de justificar ese hecho
como algo “aceptable” puesto que me decía a mi mismo que no era “una sola
carne” con esa mujer y por lo tanto mi relación no podía considerarse como fornicaria o de adulterio, pese a ello llegó el momento de
mantener relaciones sexuales completas en dos ocasiones. La ultima vez, le pedí
a Dios me librara de ello, y lo hizo en forma providencial, sin embargo, pese a
ello modifique las circunstancias para hacerlo y lo hice de forma conciente,
para posteriormente sentirme muy mal delante de Dios.
En esa ocasión no pude dormir, y dediqué
la noche a meditar en lo que ha sido mi vida y como Dios ha sido rico en
paciencia y misericordia conmigo.
En términos físicos y emocionales me di cuenta
que la sensación física que produce la relación sexual es exactamente igual con
todas las mujeres, es decir que al momento del clímax la sensación es la misma
con una y con otra, a diferencia que cuando se hace en una relación de fornicacion o adulterio la carga de la culpa se hace
insoportable una vez que los instintos han sido saciados.
Me pregunté a que se debía que el impulso
sexual rebasaba mis propias fuerzas y mi conciencia, y descubrí mediante la
lectura del libro de Rebecca Brown
“El vino a dar libertad a los cautivos” que yo mismo le abrí la puerta a
Satanás hacia ya muchos años y que algunos de sus demonios vivían en mi.
Cada vez que un cristiano se expone de forma
abierta al reino de Satanás, ya sea mediante una plática sucia, o al mirar una
película pornográfica o material de ese tipo, etc., le está abriendo la puerta
al diablo para que alguno de sus demonios haga morada en el hombre que abrió
esa puerta.
Comprendí también que el problema es que
había perdido mi “Vida en Cristo” desde hacia ya muchos años, y me había
dedicado a vivir mi vida y a “luchar contra el pecado” en mis propias
fuerzas.
Una vez más en su misericordia Dios movió las
circunstancias de mi trabajo para alejarme de esa mujer y terminar esa relación.
La diferencia ahora, es que estoy conciente que Dios no me abandonó nunca ni me
quitó la salvación, sino que yo mismo perdí mi vida en Cristo y el gozo del
Espíritu Santo.
Esa misma noche doble rodilla delante de Dios,
asumiendo que no merezco el perdón dado que he pecado de manera conciente.
Aun así, supliqué ser liberado de los demonios que pudieran estar en mi vida y
rogué a Dios por una nueva oportunidad de retomar mi vida en Cristo, la
oportunidad de “UN NUEVO PRINCIPIO” para mi vida.
Yo soy como el hijo prodigo o aun peor que él,
y veo en esa parábola el amor de Dios y su perdón y restauración para mi vida.
Ahora estoy reiniciando de nuevo, sabedor que en mi carne y debilidad jamás
seré capaz por mi mismo de vencer el pecado, así que he decido dejar esta
batalla a Jesucristo “Por tanto, teniendo un gran sumo
sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra
profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda
compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según
nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues,
confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia
para el oportuno socorro.” (Hebreos 4:14-16).
Te
autorizo a publicar y modificar la redacción de mi caso, no me interesa que
alguien me escriba, hoy estoy viviendo un nuevo principio en Cristo, y aunque
no creo que haya muchos cristianos sufriendo lo que yo viví a causa de mi
pecado, es posible que uno que otro si, y esto pueda ayudarles a reflexionar y
volverse a su hogar donde el Padre celestial les espera con los brazos
abiertos.
Se que no
soy nadie para aconsejar o recomendar algo, pero a quienes en su trabajo se
relacionan con mujeres les recomiendo no intimar, es decir limitar la
relación a aspectos de trabajo y nada mas. No participar en bromas sexuales con
mujeres, y a ser muy comunicativos con sus esposas, en el sentido sexual, pues
en mi caso, la única diferencia con mis amantes fue la pasión que ellas le
imprimían a la relación, y que mi esposa no hace, ya que con ella se ha vuelto
algo rutinario, pero se que tiene solución si lo platicamos de manera abierta
con la esposa, y a las mujeres cuyos esposos se relacionan con compañeras de
trabajo les recomiendo que sean amorosas con sus esposos, que les brinden amor
sincero y que no descuiden el plano sexual, cambien de rutina, sean accesibles
y recuerden que entre mas a menudo seduzcan a sus maridos, ellos estarán
menos expuestos a tentaciones sexuales en su trabajo pues serán hombres
satisfechos. Un artículo que leí en la sección de Amor y Sexo de Cristianos
Unidos explica que fisiológicamente el hombre necesita de mantener relaciones
sexuales con más frecuencia que una mujer. Si ustedes esposas entienden esto
pueden ayudar a sus esposos a no caer en tentación, por eso Pablo escribió “No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo
consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros
en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia.” (1 Corintios 7:5).
Dios les bendiga
(*Testimonio editado por CristianosUnidos para mejor comprensión de su
lectura <:><)
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