COMO SER FELIZ EN EL MATRIMONIO
Por: Gustavo M. F.
Cuando una joven pareja desea contraer matrimonio,
generalmente sus familiares y amigos lejos de animarlos a ello, tratan de
disuadirlos. Tanto los amigos solteros como los ya casados los llenan de frases
tales como: “espera un poco más, antes disfruta de la vida”, “no seas tonto(a)
a lo mejor encuentras a alguien mejor si te esperas”, “no te cases con el(ella)
tu mereces algo mejor”, etc.
Es muy raro, que haya quien
les felicite y anime de corazón por tomar la decisión de unir sus vidas, ¿A qué
se debe este fenómeno?. Lo que sucede es que lamentablemente un alto porcentaje
de matrimonios a nivel mundial no son felices. El índice de divorcios es cada
vez más alarmante. Recuerdo el caso de una chica a quien sus padres le decían
que solo se casara por “El Civil” y no hiciera ceremonia religiosa “para no
comprometerse delante de Dios”, así si en el futuro no se acoplaba con su
esposo, sería fácil divorciarse y buscarse a otro. Por supuesto que esto es
absurdo, pero denota hasta donde la misma sociedad ya no piensa que el
matrimonio deba ser para toda la vida. En mi caso tengo muy presente a un amigo
que unos días antes de casarme me auguró que yo sería feliz únicamente los tres
primeros meses de mi matrimonio y no más. Alabo a Dios que ya llevo 17 años y
que este hombre se equivocó en su “profecía”.
La triste realidad es que la
mayoría de las personas casadas no han experimentado la verdadera felicidad que
puede vivirse en el matrimonio y por supuesto piensan que dicha felicidad es
más que imposible, así que ¿Cuál es el secreto para ser feliz en el
matrimonio?.
Primeramente debemos
reconocer que el matrimonio es una institución creada por Dios quien unió a
Adán y Eva creando así el primer matrimonio y la primera familia. Ellos fueron
felices mientras no rompieron su comunión con Dios. Hoy día el secreto consiste
en que la pareja de novios debe aceptar en su matrimonio a una tercera persona,
que realmente se convierte en la primera persona de esa relación y la más
importante, y me estoy refiriendo a nuestro Señor Jesucristo, es decir que el
matrimonio debe ser bajo el esquema.
NOVIO – CRISTO
– NOVIA
Y para quienes ya están
casados y no son felices en sus matrimonios deben permitir el acceso de Cristo
en sus vidas para encontrar esa felicidad viviendo bajo el siguiente esquema:
ESPOSO-CRISTO-ESPOSA
Cuando la pareja de esposos
ama a Jesucristo, entiende y acepta que la Biblia es la Palabra de Dios y que
lo que ahí se instruye es para bienestar de la relación conyugal.
Efesios 5:18-33 dice “21Someteos unos a otros en el temor
de Dios.
22Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al
Señor; 23porque el marido es cabeza de
la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo,
y él es su Salvador. 24Así que, como la iglesia está
sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.
25Maridos, amad a vuestras mujeres,
así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26para
santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,
27a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese
mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. 28Así
también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El
que ama a su mujer, a sí mismo se ama. 29Porque nadie aborreció
jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a
la iglesia, 30porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y
de sus huesos. 31Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá
a su mujer, y los dos serán una sola carne. 32Grande es este
misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. 33Por
lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la
mujer respete a su marido.”
Uno de los malentendidos más
frecuentes en la relación matrimonial es precisamente la instrucción que dice “22Las casadas estén sujetas a sus
propios maridos, como al Señor”,puesto que la “mujer moderna” no acepta que el
hombre “la mande” pues ella es “igual o mejor” que su marido, pensamientos que
lejos están de buscar el bienestar matrimonial, pareciendo mas bien que se
tratara de una competencia. Debo decir que muchos hombres han hecho mal uso de
esta instrucción Bíblica pretendiendo que sus mujeres les obedezcan ciegamente,
pasando por alto el verso 21 que claramente dice “Someteos
unos a otros en el temor de Dios” es decir que esta sujeción debe ser
mutua, pues ambos de deben uno al otro, respetando el orden establecido por
Dios que dice que es el Hombre la cabeza del hogar, a quienes además instruye
en el sentido que deben amar a sus mujeres como a su propio cuerpo. Esto
significa que es responsabilidad del marido amar a su esposa. Entiéndase que
una mujer que se siente amada, no tendrá el más mínimo inconveniente para sujetarse
en amor a su marido.
Colosenses 3:18-19 dice “18Casadas,
estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. 19Maridos,
amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.”. Este pasaje reitera
nuevamente el principio de orden en el matrimonio y la obligación del hombre de
amar a su mujer y nos dice como tratar a la esposa “7Vosotros,
maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a
vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que
vuestras oraciones no tengan estorbo.”1 de Pedro 3.7.
Cuando una pareja de novios decide unir su vida en
matrimonio, esta decisión debe estar fundamentada en el verdadero amor que se describe en 1 Corintios 13.4-7 “4El
amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es
jactancioso, no se envanece; 5no hace nada indebido, no busca lo
suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6no se goza de la injusticia,
mas se goza de la verdad. 7Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo
espera, todo lo soporta. 8El amor nunca deja de ser..”
La pareja de casados se deben uno al otro, han
dejado de ser dos, para convertirse en una sola carne, la Biblia también enseña
respecto del deber conyugal en lo que a la práctica del sexo se refiere en 1
Corintios 7.3-5: “3El marido cumpla con la mujer el deber
conyugal, y asimismo la mujer con el marido. 4La mujer no tiene
potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido
potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. 5No os neguéis el
uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos
sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente
Satanás a causa de vuestra incontinencia.”.
La felicidad en el matrimonio es absolutamente
posible cuando se acepta, se obedece y se aplica la Palabra de Dios en nuestras
vidas. Sin
embargo para que esto sea una realidad es requisito indispensable ser hijo de
Dios. En este punto debo aclarar que aunque todos somos creación de Dios, no
todos son hijos de Dios. La Biblia enseña en el evangelio de Juan capitulo 1
que la única forma de ser hecho hijo de Dios es recibiendo a Jesucristo, esto
es, creyendo en Él como hijo de Dios y Salvador nuestro “9Aquella
luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. 10En
el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
11A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. 12Mas a todos
los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser
hechos hijos de Dios; 13los cuales no son engendrados de sangre, ni
de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. 14Y
aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria
como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” Juan 1.9-14
Jesucristo se constituyó en nuestro Salvador al
morir en la cruz por causa de nuestros pecados, para entender esto les diré
brevemente que en los tiempos del Antiguo Testamento Dios instituyó la
ceremonia de la expiación, pues resulta que su pueblo era rebelde y pecador, de
lo que se arrepentía constantemente ante Dios, por lo que a efecto de
simbolizar su arrepentimiento y perdón, el Sumo Sacerdote imponía sus manos sobre
un carnero pasando sobre de él todos los pecados de un año del pueblo judío,
después el animal era sacrificado y su sangre se derramaba en el altar, de ahí
que la Escritura dice que sin derramamiento de sangre no hay remisión de
pecados, de esta ceremonia sacrificatoria habla ampliamente el libro de
Levítico. Pues bien Jesucristo fue el último y grande sacrificio, de ahí que
Juan el bautista lo llamara “El Cordero de Dios que quita el pecado del
Mundo”, es por ello que su muerte en la Cruz, simboliza el gran sacrificio
por nuestros pecados, y es por eso que debemos recibir a Jesucristo en nuestro
corazón aceptando su sacrificio por nosotros y aceptándolo como nuestro
Salvador, de otra forma no podemos ser hechos hijos de Dios y tampoco tendremos
la capacidad de tener a Cristo en nuestros hogares gobernando nuestro
matrimonio ni podremos aceptar Su Palabra para ser felices.
Si usted que lee este mensaje no ha recibido a
Jesucristo en su vida le animo a hacer una oración sencilla que diga “Señor y
Padre Dios, reconozco mi necesidad de que Jesucristo viva en mí y gobierne mi
vida, hoy le recibo en mi corazón y le acepto como mi Salvador, perdona mis
pecados y hazme hijo tuyo, esto te lo ruego en el nombre de Jesucristo, amén”.
Para Dios no hay imposibles y Él puede cambiar tu
vida haciendo de tu matrimonio una feliz experiencia.
Por último, la vida con Cristo exige de una comunión
continua, misma que se logra a través de la oración y la meditación de su
palabra atendiendo la instrucción Bíblica de Deuteronomio 6.4-9 que dice. “4Oye,
Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. 5Y amarás a Jehová tu
Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. 6Y
estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; 7y las
repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el
camino, y al acostarte, y cuando te levantes. 8Y las atarás como una
señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; 9y las
escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.” Haciendo así, serás
feliz en tu matrimonio y en toda tu vida.
Dios te bendiga
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