EL DIVORCIO, TATUAJE QUE NO SE BORRA
Por: Adda Vélez
El
divorcio es la separación legal por las leyes humanas de una pareja previamente
unida en matrimonio. Cuando una pareja
decide unir su vida en matrimonio, está haciendo un pacto para toda la vida. Este pacto, aunque la pareja no lo reconozca,
es bendecido por Dios, pues el matrimonio es una Institución divina, El lo creo
como algo bueno para hombres, mujeres y niños, y está bendecido por Dios. Según
el plan perfecto de Dios, la cabeza del hogar debe de ser el varón y la mujer
la ayuda idónea del varón. Ambos deben estar sujetos a la Cabeza del varón que
es Jesucristo. Cuando una pareja no
tiene a Dios en su vida, su matrimonio esta sujeto a todo tipo de ataques,
tentaciones, pruebas y fallas. Y cada
vez es más común que las parejas se casen pensando, “total, si falla, pues me
divorcio, y punto”. Quien así piensa,
esta condenando su matrimonio al fracaso.
Dios estipuló que el matrimonio es para toda la vida, “hasta que la
muerte los separe”. Cuando una pareja
tiene a Dios en medio de ellos, su relación tiene autoridad y sabiduría de lo
alto para resolver toda clase de problemas que se presenten. Nadie dice que los matrimonios cristianos
están exentos de pruebas, sino que de hecho, son el blanco predilecto de
Satanás quien siempre, desde el inicio de la creación ha querido destruir el
matrimonio, la familia y a los individuos dentro de la creación de Dios.
“El marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es
cabeza de la iglesia., la cual es su cuerpo y él es su Salvador.. Maridos, Amad a
vuestras mujeres así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por
ella. Por lo demas, cada uno de ustedes ame también a
su mujer como a sí mismo . La mujer respete a su marido. Someteos unos a
otros en el TEMOR DE DIOS”. Efesios 5: 23,33,21
El divorcio es la desobediencia al
mandato del apóstol y la expresión máxima de egoísmo del ser humano. Cuando una persona piensa en divorciarse,
está olvidando su primer amor, y sobre todas las cosas, está olvidando al fruto
de su amor: Los Hijos. Ellos son los que
más sufren el divorcio, y cada uno de los hijos asimilará el divorcio de manera
distinta.
Jesús nos habla del matrimonio en
Mateo 19:4-6. El versículo 6 dice así: “Así que no son ya más dos, sino una
sola carne; por lo tanto, lo que Dios juntó, que no lo separe el hombre”. Esto es una realidad física y
espiritual. Separar a una pareja que se
ha unido en matrimonio, es como separar dos calcomanías pegadas entre sí. El
resultado será que una calcomanía se quede con pedazos de la otra, y
viceversa. Lo mismo ocurre en el
matrimonio. La pareja divorciada siempre
tendrá a su ex cónyuge tatuado en su cuerpo y espíritu, pues así lo estipulo
Dios. Los Hijos sufren de manera
indecible el divorcio de los padres por razones tanto físicas como
espirituales. Cuando el hombre se va de
la casa, DEJA SU CASA AL DESCUBIERTO y un sinfín de ataques se dejarán
venir. Desde el acecho del que viene a
robar, matar y destruir, tentaciones,
ataques sobre los hijos, sobre la esposa,
pues la cabeza se ha ido, y el cuerpo tardará mucho tiempo en
reacomodarse. La mujer tendrá que tomar
el papel que le corresponde únicamente al varón y esto, por ser desorden, NO
PROVIENE DE DIOS, pues Dios es un Dios de orden. Jesús nos dijo: “Yo os digo que cualquiera que repudia a
su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el
que se casa con la repudiada, adultera.” Mateo 19:9
Jesús nos está hablando del adulterio, y la Biblia nos dice: “No adulterarás”. Por lo tanto cuando un hombre o una mujer abandona a su familia, para casarse con otra(o), esta viviendo en pecado, y de ese pecado darán cuenta. Son extremadamente pocos los casos en que el hombre abandona a su mujer por que ella fornicó con otro. Por lo general, el hombre abandona a su familia porque el mismo está fornicando con otra, y de eso dará cuenta en el día del juicio.
Cuando los apóstoles le dicen a
Jesús “Si
así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse”.. (Mateo 19:20), Jesús les respondió: “No
todos son capaces de recibir esto, sino a aquellos a quienes es dado”. (Mateo
19:21).
El matrimonio y la familia es un
Regalo de Dios dado a los hombres, y no a todos, sino solo a aquellos que SON
CAPACES de llevarlo. Algún Día, cada uno de nosotros daremos cuentas de lo que
hicimos con el regalo que Dios nos dió: El matrimonio
y la familia.
Los hijos son los que más sufren la
separación de sus padres, y por lo general, se llenan de rencor y odio contra
la persona que los abandonó, pues en primer lugar se sienten “menos” que sus
compañeros, amigos, y en los casos de que existe otra familia, se sienten
humillados e inferiores que “los otros”.
En segundo lugar se sienten incapaces de inspirar amor en sus padres,
por lo tanto en los demás. Esto endurece
el corazón de las personas que han pasado por ahí, y un corazón duro no puede
percibir el Amor de Dios, mucho menos permiten que Dios haga su obra en ellos. Por si fuera poco, esto producirá raíces de
amargura que repercutirán en su propia vida y matrimonio. Si está en tu mente o corazón la idea de
divorciarte, haz un alto y considera las estadísticas que hablan de las
consecuencias de desobedecer a Dios y de nuestro egoísmo por pensar únicamente
en nosotros y en nuestro “bien” aparente:
Los jóvenes que viven con sus padres
solteros, tienen 4 veces más problemas emocionales que los que viven con ambos
padres.
84% De los jóvenes tratados por
psiquiatras, vienen de hogares de padres divorciados.
75%
de los jóvenes que cometen suicidio, vienen de hogares destruidos.
35% de los hogares sin padre, tienen
adolescentes adictos a las drogas.
El departamento de Justicia de
Estados Unidos reveló que en sus cárceles, el 72% de asesinos, el 60% de
violadores, y el 70% de criminales provienen de hogares en los que el padre los
abandonó.
El plan
de Satanás está dando sus frutos: Pero mayor es El que está con nosotros, y el
que nos alerta a no caer en las trampas de Satanás contra la familia.
Si has reconocido el plan del destructor
de la obra de Dios en tu vida, repréndelo, arrepiéntete y pídele a Dios que
restaure tu familia, tu amor por tu cónyuge, que deshaga todo lazo espiritual y
emocional que atente contra tu matrimonio,
y que tome el control sobre tu vida, matrimonio y familia, para honra
del nombre del Hijo de Dios, Jesucristo,
y para testimonio de Su poder. Dios hará, porque esto, es conforme a Su
voluntad para tu vida, y la de tu familia.
En Su
nombre
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