Todo me gusta... de ti.

Capítulo único.

 Por Hicks Bellum

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Que maravilloso era el despertarse con él a su lado, cuanto le gustaría que fuese así por cada día de su vida. 

Despertarse para verse enfrentada a aquellas varoniles facciones, dorados cabellos, plácida respiración. Para ver la perfección que desbordaba cada poro de la piel de aquel ser que amaba mas que a cualquier otra cosa. Despertarse para enfrentar un día nuevo con aquel ser apreciado. 

El sueño de cualquier mujer... el sueño de estar con quien amas. 

Aunque lo que parecía un sueño era el tenerlo allí, tan cerca suyo como jamás antes lo había estado. Las circunstancias le habían ayudado. Les habían llevado a quedar en aquella situación delirante para aquella joven de mirada amielada y largos cabellos castaños. 

Su ojos brillaban ante tal expectativa. Lo primero que habían visto era el rostro de él. Yamato Ishida. El joven que sin saberlo le había robado el corazón y que se había adueñado de cada uno de sus suspiros. Su blanca piel parecía de porcelana mientras la plateada luna brillaba sobre ellos iluminando sus cuerpos tendidos bajo su cobijo. 

No podía evitar que una sonrisa cruzara su rostro y que sus ojos, soñadores como eran, parecieran sumergidos en una de aquellas dulces fantasías que a veces le hacían creer que podrían ser realidad. 

Su mano, frágil y suave no se contuvo de tocar, y sus dedos se acercaron al rostro del joven. Acariciándole. Recorriendo lentamente cada rincón de aquella cara que quizás jamás volvería a tocar de aquella manera. Memorizando cada centímetro de aquella piel que adoraba sentir, y que admiraba en silencio. 

Un amor platónico. Eso era él para ella. Un amor inalcanzable que se encontraba fijo en la cima de un altar, y que por mas que hiciera lo que hiciera para atraer su divina mirada hacia ella, jamás conseguiría. 

El amor te hace sentir inmerecedor de aquella persona tan especial. Te hace creer que sólo con mirar te debes de conformar, porque aquel ser es tan perfecto y maravilloso que está francamente inalcanzable para una persona de tu “calidad”. Se tiende a maximizar los errores y defectos, dejando en ínfimo estado las cosas positivas. El corazón pareciera sobrecogerse cada vez que aparece frente a tus ojos, y tu mente se cierra a cualquier posibilidad que no sea mas que admirarlo de lejos, sin tener la “gracia” de acercarte y poder tocarle, tomarle entre los brazos y decirle que lo amaba. Una divinidad. ¿Por qué será que el amor te hace sentir así? Acaso es tanta la maravilla que nos creemos inmerecedores de tal afecto? 

Sus pensamiento no se centraban en ello. Tan sólo se encontraban fijos en memorizar cada aspecto de aquel rostro que lo significaba todo para ella. 

Aún sin quererlo comenzó apartó la mano de tan magnífica estatua... y llevándola a su pecho mientras con la otra tocaba sus labios se abandonó al mundo de la fantasía, donde aquello que su corazón mas anhelaba era posible. 

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Que hermosa se veía. Rostro de niña... rostro de mujer... 17 años, y ya parecía una diosa, o por lo menos para él lo era. 

Las mejillas sonrosadas, de plácida expresión, le hacían pensar que quizás estaría soñando algo igual de hermoso que ella. El lacio cabello le enmarcaba el rostro, sus hebras caían finas sobre su piel. Uno de sus brazos era utilizado como artífice para tapar sus labios, mientras que el otro descansaba descuidadamente sobre el suelo. 

No se atrevía a tocarla. Podría despertarse y aquello sería un tremendo bochorno, y aún mas para él que no sabría que decir ni como actuar. Las palabras definitivamente no era su fuerte. 

Se contentaba con mirarle. Sus hombros de movían al ritmo de su respiración, mientras que de sus labios salían finos suspiros que sonaban como música en los oídos del mudo espectador. Mimi Tachikawa. La niña consentida que le había robado el corazón. ¿Quién sabe cuando? ¿Quién sabe el por qué? Preguntas sin respuesta que desfilaban por su cabeza. 

El amor juega con todos. Nos hace caer en su trampa y nos lleva por lugares y mundos extraños que juramos imposibles, pero que sin embargo en su realidad son lo mas acertado. 

Y allí estaba él. Observándola mientras dormía. La luna brillaba en el firmamento como una gran diosa protectora. Y bañaba tenuemente aquella figura que parecía celestial antes sus ojos. Parecía un ángel... y con tales pensamientos sus azules cuencas se fueron cerrando para abandonarse al sueño. 

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Me gusta

Me gusta tu voz

Me aloca

Me aloca el roce de tu piel

Tu presente tu ayer 

Me gustas

Me gusta todo

Todo me gusta

De ti 

Me gusta tus manos

Cuando te saludo

Y tiemblo

Tiemblo de nervios de pensar

Que pudiera tocar

Tu alma

De cuerpo y alma

Tu alma me gusta

Me gustas 

Me gusta amanecer pensando que me quieres

Y soñarte se hizo ya el mayor de mis placeres

Me gusta todo

Todo me gusta

De ti 

Me gusta tu estilo medio despistado

Pecado

Pecado sería no soñar

Que pudiera tocar

Tu cuerpo

De cuerpo y alma

Tu alma me gusta

Me gustas 

Me gusta amanecer pensando que me quieres

Y soñarte se hizo el mayor de mis placeres

Me gusta todo

Todo me gusta

De ti

Me gusta todo

Todo me gusta

De ti.

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