Visitantes de Occidente

by Rei Kinomoto

Capitulo 2

Encuentros inesperados

El día frío y nublado, la gente caminaba bastante abrigada por la calle, mientras una pequeña y molesta llovizna golpeaba sus caras. En un departamento en uno de los edificios más lujosos de Kensington, un hombre de avanzada edad revisaba los gabinetes de la cocina con esmero. Tosía ocasionalmente y se sentía algo cansado; definitivamente el clima de Londres no era el mejor para él...
Continuó buscando. Nada, parece que lo había olvidado... En fin, tendría que salir de nuevo.
Busco el dinero, se abrigó bien y se dirigió a la puerta.
- "¿A dónde vas Wei?" - preguntó una voz detrás de él.
- "A comprar té señor" - respondió el anciano - "Tal parece que lo olvide cuando fui de compras"
- "No te molestes, yo iré" - dijo Shaoran - "Últimamente no haz estado muy bien de salud y este clima podría empeorarte"
- "Pero señor..."
 - "Debes cuidarte, por ahora lo mejor será que te quedes en casa"
Tomó su chaqueta y se marchó sin decir nada más.
El mayordomo se quedó parado en frente de la entrada. Había viajado con el muchacho para cuidarlo y ahora era el joven Li el que lo cuidaba a él...
- "Me estoy haciendo viejo..." - murmuró para sí mismo, mientras se sentaba en el sofá de la sala.
Pero había algo más importante que lo estaba preocupando desde hace tiempo... Y esos era la gran soledad de Shaoran.
Desde pequeño, él tuvo un carácter introvertido y serio, por lo cual era muy difícil que el iniciara cualquier tipo de relación, no obstante, no se podía decir que era una persona fría. Era un chico gentil, que se preocupaba mucho por las personas que le rodeaban y si alguien de su entorno tenía problemas haría todo lo que estuviese en sus manos para ayudarlo, y por supuesto, no podía olvidar su gran sentido de la responsabilidad...
Tal vez éste era su mayor problema.
Las responsabilidades como futuro Jefe del Clan Li eran realmente agobiantes para un chico de su edad; mientras otros muchachos se divertían, él estaba revisando libros antiguos, aprendiendo a administras los bienes de la familia, magia, ritos, artes marciales, y algo de diplomacia para relacionarse con otros clanes, y si a esto le sumamos los deberes de la escuela, el pobre muchacho apenas y tenía tiempo de dormir. Esto explicaría porque tenía tan pocos amigos (aunque algunos parecían estar más interesados en su cuenta bancaria que en el mismo Li) ni tampoco había tenido novia (porque era obvio que no era por falta de candidatas). En resumen, se estaba aislándolo poco a poco... y peor aún, parecía no importarle.
Se podría decir que Shaoran se estaba convirtiendo en un ermitaño de 16 años.
Por esta razón él, Wei, había decidido alejar un poco al joven de Hong Kong para que tuviera algo más de libertad. Sin embargo primero debía buscar la aprobación de la madre...
- "No lo se Wei, no estoy segura" - murmuró Ieran
- "Creo que es lo mejor para el joven Li, señora" - replicó el anciano - "Necesita unn descanso"
- "Tiene razón madre" - intervino la mayor de las hermanas mientras las demás asentían con la cabeza" - Shaoran necesita divertirse de vez en cuando y definitivamente no lo va a lograr estando aquí"
- "Tanto trabajo podría terminar enfermándolo" - se decidió a decir Meiling.
> Ieran suspiro resignada, era evidente que todos se había puesto de acuerdo... y tal vez tenían razón.
- "Esta bien, doy mi consentimiento, mi hijo podrá ir a Inglaterra"
Las hermanas estallaron en alegría mientras Wei se sentía aliviado, pero Meiling, a pesar de que sabía que era lo mejor para su querido primo, no dejaba de sentirse un poco triste de sólo pensar todo el tiempo que pasaría separada de él.
Así, durante la primera semana de agosto, Shaoran viajo a Gran Bretaña con la excusa de perfeccionar su inglés (de otra forma nunca hubiera aceptado); y dos semanas después, todo parecía indicar que les había salido el tiro por la culata. Li estaba más solitario que nunca y su comportamiento era bastante extraño desde aquel día en el aeropuerto, en el que llego pálido y con la chaqueta rota; cada vez que el intentaba preguntarle sobre lo sucedido se ponía muy incomodo y evasivo, y cambiaba de tema tan rápido como le era posible.
- "Tal vez cuado comience las clases..." - pensó el anciano con esper anza.
OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

Shaoran caminaba con lentitud por la calle, casi ajeno a lo que ocurría a su alrededor. Esta concentrado, intentando dar una explicación a lo sucedido en el aeropuerto.
¿Por qué ese ser atacó a la chica? ¿Cómo pudo desaparecer sin dejar rastro? Y sobre todo ¡¿Qué rayos era esa cosa?!
Se acercó a la tienda de la que una chica, de cabello largo y de color castaño oscuro, acababa de salir cardada de bolsas. Ella caminaba increíblemente distraída mientras leía un pequeño papel; cruzó la calle con el semáforo en verde, justo en le momento en que pasaba un autobús.
El conductor sólo vio como una muchacha aparecía de la nada y más por reflejo que por otra cosa frenó con todas sus fuerzas... pero de todas maneras sintió como algo golpeo en la parte delantera del vehículo. Se bajo horrorizado creyendo que había atropellado a la pobre chiquilla, mientras los pasajeros se asomaban por las ventanas para ver que había pasado.
En frente del vehículo encontró algunas bolsas tiradas...
Y en la acera, dos jóvenes tirados en el piso, fuertemente abrazados... en uno de los cuales, el chofer, para su gran alivio, reconoció el cabello oscuro de la muchacha.
- "¿Te encuentras bien?" - susurró una voz
Ella se apartó un poco y alzó la cara para ver quien había sido su salvador. Era un muchacho oriental de cabello corto y ojos castaño, alto, de contextura atlética y de piel blanca. Pero lo que realmente le impactó fue su mirada, era profunda y hasta se podía decir que era severa, que combinada con ese aire de autoridad que irradiaba, el cual no parecía ir acorde con su edad.
- "Sí..." - logró decir aún confundida.
Shaoran le ayudó a colocarse de pie mientras ella no dejaba de parpadear esperando que en cualquier momento se despertara, esto tenía que ser un sueño...
- "Sus bolsas..." - dijo una voz increíblemente enojada a sus espaldas.
Los dos voltearon para encontrarse frente a frente con el molesto rostro del conductor, cargado con las bolsas que anteriormente estaban en la vía. Su alivio había dado paso a su indignación por la actitud descuidada de la chica.
- "Yo que usted, miraría a ambos lados antes de cruzar la calle" - dijo de forma algo despectiva, mientras entregaba a la chica sus pertenencias.
Sin más, que decir subió nuevamente a su vehículo y mascullando cosas sobre las negligencia de algunas personas.
Li recogió algunas víveres que todavía se encontraban regados y se las entregó a la joven
- "Muchas gracias... por todo" - murmuró apenada.
- "De nada, pero deberías ser más cuidadosa de ahora en adelante" - fue lo último que dijo el mago.
Ella se quedó parada, intentando asimilar la situación. Todo había sido muy rápido...
Sólo recordaba que algo la aló fuertemente del brazo y una ráfaga roja que pasó frente a sus ojos le arrebató las bolsas, y luego... estaba abrazada con ese chico...
Se detuvo al notar una cartera tirada en el suelo. La tomó y la abrió; del interior sacó un pasaporte de la Republica Popular China, y en él, la foto del joven oriental que acababa de salvarla.
- "¡Hey, se te cayó tu...!"
Pero no lo vio, el muchacho ya se había marchado.

OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

Le quedaba mucho tiempo libre antes de comenzar en la Universidad de Londres, por lo que Touya se decidió hacer un poco de turismo por la ciudad junto a su hermanita. Era curioso, pero no había querido despegarse de ella durante las dos semanas de estadía en la capital de Inglaterra.
Ya habían visitado el Museo Británico (donde su padre trabajaría de ahora en adelante), el palacio de Buckingham, el Parlamento, la Abadía de Westminster y ahora atravesaban el Tower Bridge. Durante todo el recorrido se trasladaron en taxis y esta vez su conductor era un viejo galés, bastante abierto en comparación a los otros; tenía un rostro muy parecido al

de un Papá Noel y una expresión amable, tendría unos 60 años de edad aproximadamente.
- "¿A dónde vamos ahora?"- preguntó Sakura consultando su guía turística.
- "A la Torre de Londres"
- "¡Allí se exhiben las joyas de la corona!" - se emocionó la adolescente.
> - "También es famosa por sus fantasmas" - intervino el taxista
- "¿Fantasmas?"- titubeó la más pequeña de los Kinomoto
- "Sí. Durante muchos años la Torre de Londres fue utilizada como cárcel y centro de ejecuciones" - comentó el señor - "Si tienen suerte podrán ver al espíritu de Ana Bolena (1) llevando su cabeza debajo del brazo"
¿Suerte? Ante la sola idea de ver esa imagen la Card Captor palideció
- "¿Podemos ir a otro lugar?" - dijo con voz temblorosa
- "Creí que querías ver las joyas de la corona" - dijo Touya para luego agregar con tono burlón - "¿O será que tienes miedo de asustar a los fantasma con esa cara de monstruo que tienes?
Ese comentario le valió un codazo en las costillas que le dolió más de lo que esperaba.
- "¡No me llames monstruo!"
El anciano comenzó a reír. ¡Que pareja de hermanos tan encantadora!... y tan especiales. Sí, lo podía sentir...
Una vez en la Torre de Londres, el mayor de los Kinomoto prácticamente tuvo que sacar a rastras a su hermana del taxi, porque a decir verdad, la idea de estar en un lugar plagado de almas en pena no entusiasmaba nada a la Maestra de Cartas. Touya por su parte se sentía un poco triste...
Ver fantasma fue una facultad que el tuvo hasta los 16 años, cuando le dio sus poderes a Yue... y después de eso no volvió a ver a su madre. Ahora no era más que una persona normal, otro turista más en un lugar que en otras circunstancia el hubiera evitado a toda costa, por los terribles hechos que allí ocurrieron y por las oscuras fuerzas, que con seguridad, estarían acumuladas en la zona.
Cuando pasaban por el patio central de la fortaleza, vieron tres Beefearters (2) ataviados con sus curiosos trajes negros con detalles en rojo; dos de ellos charlaban animadamente mientras que el otro se limitaba a escuchar. Touya pensó que tomarles una foto con el fondo de las imponentes murallas sería un buen recuerdo del lugar. Mientras enfocaba la imagen vio como el tercero de los hombres se retiró de la conversación y caminó en línea recta hacia una de las torres, donde desapareció después de atravesar el muro...
¡¡¡¡¿¿¿DESAPARECIÓ DESPUÉS DE ATRAVESAR EL MURO???!!!!
El mayor de los Kinomoto se quedó perplejo sin poder creer lo acababa de ver.
- "¿Viste eso Sakura?" - preguntó buscando una confirmación de lo que había visto.
- "¿Ver qué?"
- "Nada, olvídalo" - dijo un poco aturdido todavía - "Vamos a ver las joyas de la corona..."
La estadía en el lugar empezó a ser increíblemente incomoda para Touya, había algo que le perturbaba de ese sitió de una manera que no entendía muy bien, era como si algo lo asechara constantemente, la misma sensación que tuvo en el auto de Susan el día en que llegaron...
No se dio ni cuenta de cómo llegaron a la habitación donde se exhibía la corona imperial, que la menor de los Kinomoto miraba completamente extasiada. Sakura observaba las joyas con verdadera admiración cuando la conversación de otros turistas a su lado llamó su atención.
- "Si no mal recuerdo, en la torre viven unos ocho cuervos como mínimo, porque según la leyenda, el día en que se vayan caerá la monarquía" - comentó uno de ellos.
- "No... estas equivocado, el día en que se vayan los cuervos la Torre Blanca se derrumbará y una gran desgracia caerá sobre Inglaterra" - corrigió uno de sus acompañantes - "O por lo menos eso dicen..."
- "¿Y cómo hacen para que los cuervos no se marchen volando?" - se atrevió a preguntar la japonesa.
- "Les cortan las alas..." - contestó uno de ellos
- "Eso es muy cruel" - se indignó la joven - "¿No lo crees hermano?... ¿hermano?"
Touya estaba cada vez más pálido y comenzaba a sudar frío, su mirada estaba perdida, sus manos heladas y no parecía que estuviera escuchándola.
Esa cosa...
Esa maligna presencia se hacía cada vez más fuerte...
Cada vez la sentía más cerca...
Algo en su mente le decía que debía salir de allí, cuanto antes...
Ese ser quería a la chica...
A su hermana...
¡A Sakura!
- "Hermano ¿te sientes bien?"
El mayor de los Kinomoto volvió a la realidad y contempló el preocupado rostro de su hermana
- "Salgamos de aquí" - fue lo único que dijo antes de agarrarla por el brazo y prácticamente arrastrarla fuera de la habitación
- "Pero... ¿por qué?" - dijo la Maestra de Cartas intentando seguirle el paso
Él no contestó, continuó caminando cada vez más rápido como si lo estuvieran persiguiendo. Los otros visitantes se les quedaban mirando, pero él no paraba, incluso se llevó por delante a un chico de unos veinte años, de cabello castaño y extraños ojos violeta; Sakura apenas y logró dar una breve excusa antes de que Touya la jalara para que fuera más rápida...
- "Debo sacarla de aquí, ¡debo sacarla, maldición!" - era lo único que pasaba por su mente -- "Ese maldito sueño no se cumplirá, nunca lo permitiré ¡NUNCA!"
Una vez fuera de los terrenos de la Torre de Londres, el muchacho dejo de sentir la presencia así que se detuvo (para gran alivió de la Card Captor) y pidió un taxi. Dentro del vehículo, Touya se tranquilizó un poco, mientras, su hermana lo miraba intrigada ¿Qué lo haría actuar de esa forma?
- "¿Por qué salimos de esa manera?" - intentó preguntar nuevamente.
Pero él seguía sin dar ninguna explicación, tenía la cabeza ocupada en asuntos más importantes. Era obvio que su "don" de ver fantasma estaba regresando, lo cual le daría la oportunidad de ver a su madre de nuevo, sin embargo... ¿Por qué ahora? ¿De dónde provenía esa presencia tan maligna? Y lo que más le perturbaba... ¿Por qué quería a Sakura?...

OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

Una chica de unos 16 años entraba a su departamento, dejo las bolsas de la compra en la cocina y reviso los mensajes de la contestadora. En su gran mayoría eran para sus padres: socios, secretarias, su corredor de bolsas... en fin, todo lo que tuviera que ver con acciones y dinero.
Pero uno era para ella, de un chico irlandés que conoció hace dos semana y con el que había hecho amistad. Su voz sonaba muy mal, todo parecía indicar que su resfriado había empeorado...
- "¿Rebecca? Soy yo, Patrick, lamento no poder ir al cine contigo, pero ya te habrás dado cuenta que mi catarro empeoró. Sabes, no es buena idea visitar la Torre de Londres con este clima ¡ASHU!" - se sonó la nariz - "Bueno, nos hablamos..."
Ese fue todo el mensaje..
Patrick era un buen chico, pero a veces era tan tonto que provocaba pegarle. ¡¿Cómo se le ocurría salir con ese resfriado a visitar la Torre de Londres?! Ya se lo reclamaría cuando se mejorara...
Se sentó y sintió la cartera que aquel joven había olvidado. La abrió nuevamente y revisó el pasaporte con más calma.
- "Shaoran Li" - leyó para luego comentar un poco divertida - "Que nombre más raro"
Se le ocurrió una idea algo tonta, pero porque no, tenía mucho tiempo libre. Tomó sus llaves y salió de nuevo con toda la determinación de devolverle a ese tal Shaoran su cartera.

OOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

Shaoran subió por el ascensor hasta su departamento pensando en lo sucedido; había ayudado a otra chica y ésta por lo menos le dio las gracias... y no tenía un hermano que lo amenazara con una muerte horrible. Abrió la puerta y se encamino a la cocina donde encontró a Wei terminando de hacer el almuerzo.
- "¿Trajo el té, joven?"- preguntó el anciano
¡Pero que torpe! Lo había olvidado por completo...
- "Lo siento, me distraje en el camino. Ahora mismo vuelvo a bajar y..." - buscó su cartera en el bolsillo trasero de su pantalón.
No estaba allí, ni en los bolsillos de la chaqueta... ¡Perdió su cartera! Y lo peor es que ahí estaban buena parte de sus documentos...
Li ya estaba convencido que eso de salvar damiselas en peligro era nocivo para su salud...

OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

Rebecca llevaba por lo menos cuatro horas buscando al tal Li por todo Kensington y no había conseguido ni rastro del chico. Fue a la tienda donde se encontraron por primera vez, esperó un buen rato haber si aparecía, pero esto no sucedió así que comenzó a recorrer las calles del distrito... Nada, parecía que al muchacho se lo había tragado la tierra... O tal vez era demasiado ambicioso tratar de conseguir a una persona que apenas conocía, en una ciudad de siete millones y medio de habitantes.
Se sentó en un banco de una parada de autobús para recuperar el aliento y contempló a la gente que pasaba sin mucho entusiasmo, mientras, se convencía de que encontrar a Shaoran Li sería imposible.
Pero de repente...
Justo del otro lado de la calle...
Estaba ese muchacho oriental de cabello castaño, saliendo de un lujoso edificio...
- "¡Hey, espera!" - gritó parándose de un brinco.
Sin embargo Li continuó su camino, seguramente no la había escuchado. Ella intentó seguirlo por varias cuadras, sin embargo no tardo en perderlo de vista...
- "¡Rayos!" - pensó con frustración.
No obstante, ahora tenía una pista: era muy probable de que viviera en ese edificio. Que ironía, era posible que ese chico viviera a menos de tres cuadras de su casa...
Entró en el inmueble y le preguntó a uno de los vigilante si sabía en que departamento vivían los Li, éste, después de pensar por un momento, le indicó que era muy posible de que residieran en el piso catorce, pero que no podía darle seguridad de ello.
Una vez allí notó que había cinco departamentos... no le quedaba otra más que tocar uno por uno hasta dar con el indicado.
Después de varias equivocaciones y algunos portazos, finalmente sólo quedaba un departamento. Si no era éste se daría por vencida...
Alargo el brazo y tocó el timbre...
Din Don.
En cuestión de segundos la puerta se empezó a abrir, y un anciano se asomó. - "¿Desea algo señorita?"
- "Solamente quería saber si aquí vive un chico llamado Shaoran Li..." - respondió la joven.
- "¿Una chica preguntando por el señor Li?" - pensó Wei para luego agregar en voz alta " - Sí, aquí vive el joven Shaoran..."
Los ojos de Rebecca se iluminaron con la sola mención de esa frase.
- "¡Lo logré!" pensó con emoción para luego explicarse con el anciano - "Vera, él perdió su cartera cuando me ayudo y... Bueno, se la quería devolver en persona" - terminó llevándose a una mano a la cabeza, sintiéndose un poco tonta.
A Wei le parecía demasiado bueno para ser verdad: una muchacha bonita y honesta (si se tomó la molestia de devolver una cartera tenía que serlo) preguntando por Shaoran... ¡No podía dejar pasar esta oportunidad!
- "Pase adelante" - se apresuró a decir el mayordomo - "En estos momentos no se encuentra, pero no tarda en regresar... ¿Desea algo de tomar?"
- "Un poco de agua, si no es molestia"
Una vez sentados en la sala Rebecca lo puso al tanto de lo sucedido en la tienda. Wei se sintió orgullo del joven mago, sin duda alguna era un muchacho excelente...
Interrumpieron su conversación cuando empezaron a escuchar los sonidos de una cerradura abriéndose y el desilusionado rostro del hechicero no tardo en aparecer en la entrada.
- "No la pude encontrar en ninguna parte" - dijo con frustración - "Creo que no me queda otra mas que llamar a la embajada y...."
- "Eso no será necesario joven" - indicó el mayordomo.
- "¿Por qué lo dices?"
Wei sólo comenzó a sonreír, mientras la chica se ponía levantaba del sofá con a cartera en las manos; era una muchacha blanca, un poco más baja que Li, de cabello castaño oscuro, y sus ojos eran de un color difícil de definir entre el azul y el verde. Shaoran, por su parte, se quedó petrificado al reconocer a la muchacha de la tienda ¿Qué estaba haciendo allí?
- "Mucho gusto, Rebecca Symonds." - se presentó la joven. Luego le mostró la cartera - "Esto es tuyo ¿verdad?"
- "Shaoran Li" - dijo atónito - "Y sí, es mío, muchas gracias" - murmuró aún sorprendido.
- "De nada, pero deberías ser más cuidadoso de ahora en adelante" - contestó, con una clara intención de recordarle algo al chino.
Shaoran se limitó a sonreír un poco avergonzado, al evocar que esas fueron exactamente las últimas palabras que le había dicho... y que ahora se aplicaban a su persona.
- "Disculpe que los interrumpa" - intervino Wei - "¿Pero podría explicarme como suppo donde vivíamos?"
La chica les relató todo lo que tuvo que hacer para encontrarlo.
- "¿Todo eso sólo para devolverme mi pasaporte?" - se asombró Shaoran
- "Bueno, si no fuera por ti en estos momentos estaría hospitalizada o tal vez muerta... Pienso que eso era lo menos que podía hacer, ¿no crees?"- de repente recordó algo - "Disculpa Li... te gustaría ir al cine" - se atrevió a preguntar
- "¿Al cine?"
- "Si quieres..." - recalcó la chica" - Es que iba a ir con un amigo, pero se enfermó a última hora y no quiero desperdiciar el boleto..."
- "Pues..."
- "El joven no tiene nada que hacer hoy"- se apresuró a decir Wei - "No sería mala idea que se distrajera un poco"
- "Pero Wei y los documentos del Clan que..."
- "No se preocupe señor, eso documentos no se irán corriendo del estudio"
El anciano lo había puesto en jaque, rechazar la invitación hubiera sido una descortesía de su parte... auque quizá su mayordomo tenía razón, debía despejar su mente de vez en cuando.
- "Esta bien" - se resignó el muchacho - "¿A que hora es la película?"
Symonds consultó su reloj
- "Dentro de cuarenta y cinco minutos"
- "Dame un momento y nos vamos"
La noche transcurrió mejor de lo que Shaoran había esperado; la película fue muy buena y tenían algún tiempo conversando en un agradable café. Por alguna razón que el hechicero no entendía, se sentía muy cómodo con la compañía de la joven; y a pesar de que era prácticamente era una desconocida, esa chica de expresión alegre y mirada sincera le inspiraba una gran confianza.
- "Entonces eres norteamericana"
- "Sí, nací en New York y vine a Londres hace como dos semanas, cuando trasladaron a mis padres... Y tu, que me cuentas de tu vida"
- "Pues... nací en Hong Kong, tengo cuatro hermanas mayores..."
- "Y supongo que eres la cabeza de familia"- "¿Cómo lo supiste? ¿Acaso Wei...?"
- "No, el señor no me dijo nada, sólo... lo deduje" - al ver que Shaoran la miraba intrigado - "eres demasiado maduro para tu edad, así que debes tener una gran responsabilidad a cuestas"
- "Así es" - confirmó Li" - a veces, manejar todos los deberes como jefe de mi Clan puede ser muy agotador..."
El hechicero se detuvo en seco cuando se dio cuenta de lo que acababa de decir ¿Por qué le contaba estas cosas a una persona que apenas conocía? ¿O quizás necesitaba desahogarse con alguien?.
- "Lo siento no quise hacerte decir cosa que no..." - se disculpó Rebecca.
- "No importa, creo que necesitaba hablar con alguien sobre esto"
- "¿No hablas con el señor que vive contigo? Wei, creo que se llama. Le tienes mucho apreció ¿no?"
- "Es como un padre para mi, pero a veces prefiero guardarme mis preocupaciones, para no molestar a los demás. Después de todo debo ocuparme de mis responsabilidades como cabeza de mi Clan"
- "Pero eso te hará daño a la larga"
- "Tal vez" - murmuró Shaoran casi resignado a su destino - "En fin, de todas maneras ya es muy tarde, lo mejor será irnos a casa"
Pagaron la cuenta y buscaron un taxi; una vez adentro del vehículo el muchacho observo de reojo a la atractiva joven a su lado. Era extraño, generalmente era muy tímido con las mujeres, pero como ella se sentía como pez en el agua, tanto que incluso le contó cosas que en se vida había dicho a alguien, excepto...
Su mirada se concentro en los ojos de chica, que con las luces de la noche se había vuelto verdes... verdes como los de Sakura.
Aquella japonesa con la que alguna vez compitió por la posesión de las cartas Clow y de la cual, casi sin darse cuenta, se enamoró al transcurrir el tiempo... Tantas aventuras juntos... y ni hablar de los celos que sentía cada vez que Hiragizawa se le acercaba. Pero eso ya había pasado, ese sentimiento hacía esa niña se convirtió en sal y agua con el transcurrir de los años y pasó a ser un recuerdo, y nada más.
De repente, sintió nostalgia por las rutinarias peleas con el "muñeco", las insinuaciones de
Daidouji, las mentiras de Yamazaki y los constantes reproches de Chiharu, las historias de terror de Naoko, el sosiego de Yukito, incluso extrañó las bromas de Eriol y las fulminantes miradas del fastidioso hermano de Sakura.
Sin duda esos fueron los momentos más felices de su vida...
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por una aterradora sensación.
Esa maligna presencia, era la misma del aeropuerto...
Pero ahora hay otra presencia, débil, casi imperceptible.
De repente.....
La más pequeña desapareció y la otra incremento levemente su poder
- "¿Qué significa eso?" - pensó apretando los puños.
Sea lo que sea, esta convencido de algo, eso no podía ser nada bueno.

OOOOOOOOOOOOOOOOOOO
Durante una noche sombría y lluviosa, un hombre de avanzada edad corría con desesperación por uno de los peores barrios de Londres. Cada paso se le hacía una agonía y sentía que su corazón estallaría en cualquier momento, pero no podía parar, su vida dependía de ello. Se volvió y vio como aquella sombra lo seguía a poca distancia; podría alcanzar al anciano con tan sólo desearlo y hacerlo pedazos en cuestión de segundos, sin embargo no lo hizo, eso le quitaría diversión a la cacería...
- "Ese maldito hijo de perra" - murmuró el viejo sin dejar de correr.
En ese instante de distracción, el pobre hombre tropezó y cayó aparatosamente al suelo, intento levantarse de nuevo, pero un púnzate dolor en el tobillo se lo impidió. En su desesperación comenzó a arrastrarse por el suelo en busca de algún lugar que le pudiera ofrecer refugio contra aquella cosa...
Una extraña neblina negra empezó a envolverlo y un sombrío ser se materializó ante sus ojos.
- "Pareces un patético gusano" - dijo con burla - "Eso es lo que merecen los de tu estirpe"
- "No se de que estirpe hablas..." - balbuceó el anciano - "¡Déjeme en paz, por Dios!"
- "¿Crees que me puedes engañar?" - murmuró divertido - "Se que tienes ese "don" tan especial que nos hace diferentes a los demás mortales, y eso es lo que justamente quiero de ti"- con algo que el hombre no pudo identificar, le realizo un pequeño corte en la mejilla e inmediatamente comenzó a brotar sangre - "Esta es la razón por la cual no puedo dejarte en paz..."
Estaba perdido. Había descubierto su origen.
- "Mis poderes son escasos, no te servirán de nada..." - intentó explicarse.
- "No me importa" - le interrumpió fríamente
- "¡Tu no puedes existir!" - gritó perdiendo los estribos - "¡No eres más que una estúpida leyenda!"
- "Una estúpida leyenda lo suficientemente real como para aterrorizarte... y acabar con tu vida"
No muy lejos de allí tres indigentes que dormían, fueron abruptamente despertados por los pavorosos gritos de un hombre que pedía auxilio, pero al poco tiempo cesaron... Intrigados los tres pordioseros se asomaron cuidadosamente por una pequeña verja que los separaba de la calle de donde provenían los gritos...
Uno de ellos se quedó paralizado de horror, el segundo sólo logró hacer la señal de la cruz y el tercero tuvo que retirarse ante las incontenibles nauseas que le provocaba la visión de aquel cuerpo destrozado.

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